5 de Septiembre, 2010

Viaje con amigos

Por Mali he Baqi - 5 de Septiembre, 2010, 6:28, Categoría: Viajes

Manzaiergui

A mediados de Junio recibimos la visita de nuestros amigos y organizamos un viaje por China para las 2 semanas que estuvieron aquí. Al igual que en el viaje de nuestros familiares vamos a detallar los sitios y anécdotas contando lo que hicimos día a día.

Día 1. 7 de Julio. San Fermín.
Llegan los visitantes a Shanghai. La primera aventura comenzó pronto con problemas con las habitaciones del hotel. Como leeréis más adelante este es el primer inconveniente del viaje, pero no el último ya que no dejaron de sucedernos anécdotas que le dieron un poco más de emoción al viaje. Después de una larga discusión en recepción (con un poco de teatro porque sino no hay manera), nos establecimos y nos fuimos a comer. Nuestro plan de tarde como primer contacto con Shanghai, fue coger el metro hasta la Plaza del Pueblo y de ahí recorrer la famosa calle Nanjing hasta el paseo del Bund donde se pueden ver a un lado los antiguos edificios coloniales y al otro la típica estampa de Shanghai con sus rascacielos.


Después de un paseo por el Bund y de la primera sesión fotográfica con los turistas chinos a los que llamábamos la atención, cogimos un ferry para cruzar a la otra orilla. Una vez allí, el intenso calor nos hizo hacer una parada para tomar algo refrescante. Recompuestos y con fuerzas renovadas anduvimos como hormigas entre los rascacielos hasta la base del SWFC. Subimos, como no, hasta arriba y esperamos hasta  anochecer para poder ver una estupenda panorámica de la ciudad iluminada. El día no nos dio para más y regresamos al hotel.

Manzaiergui

Día 2.
Sin mucho madrugar, por la mañana fuimos a la zona del jardín Wuyuan, donde paseamos entre las tienditas de suvenires y visitamos el famoso jardín. De aquí nos dirigimos hacia la calle de las antigüedades pasando antes por una calle muy "china" donde se puede ver la vida cotidiana de los vecinos de Shanghai, pero que no parecen tener relación con la modernidad de la otra cara de Shanghai.


Para comer encontramos un restaurante (cuchitril) auténticamente chino y este fue el primer contacto con la verdadera comida china. También fue la primera vez que alguno probó la berenjena, (como se entere la Angelines...). Después de comer nos acercamos a una zona de callejuelas que están llenas de galerías de arte, tiendas de artesanía y pequeños bares donde pensábamos tomar algo pero que nos fue imposible encontrar sitio. Decidimos volver a una plaza de la calle Nanjing y tomarnos unas cervezas en las terrazas. Cuando ya nos levantamos, se nos acercaron varios vendedores ambulantes con diferentes "trastos voladores" y pasamos un largo rato haciendo volar mariposas de plástico, helicópteros de luz…todo ello propulsado a goma.  Ya al anochecer, y para acabar el día, cogimos un barco para dar un paseo por el río Huangpu y despedirnos de los rascacielos de Shanghai.


Día 3.
Excursión a Suzhou. A primera hora de la mañana cogimos un tren a la ciudad de Suzhou que se encuentra a 80 km de Shanghai. Allí nos juntamos a un grupo para visitar El jardín del Pescador, la pagoda Beisi y hacer un largo pero poco interesante recorrido en barco por los canales de la ciudad. La visita a el jardín resultó un poco agobiante por la gran cantidad de turistas que se encontraban. De aquí nos llevaron a la Pagoda Beisi que aunque alguno se resistía a subir hasta su ultimo piso, finalmente resultó tener unas bonitas vistas de la ciudad. La comida, bueno, casi no podemos recordarla porque no nos dieron ni 20 min. para comer y gastamos casi 10 en decidirnos porque nos resistíamos a comer aquello que daban. El paseo en barca fue el momento ideal para echar una paqueña cabezadita. Después nos llevaron a ver una fábrica de seda. Cabe destacar que Suzhou es conocida en toda China por la ciudad de la seda. Ahí terminó nuestra adhesión al grupo y a partir de entonces nos quedó una tarde completa para andar a nuestro aire. El tiempo anunciaba lluvias así que decidimos parar un rato y no encontramos mejor manera de hacerlo que en una peluquería. Las peluquerias en China dan mil vueltas a las que se ven por allí. Esta es una experiencia que debe contar cada uno, nosotros ya la contamos en alguno de nuestros primeros post. Solo nos queda añadir que casi cada semana nos dejamos caer por alguna peluquería y que vamos descubriendo que cuanto más barata es, mejor.


La lluvia del resto de la tarde no nos dio muchas opciones. Merendamos un helado, paseamos en un centro comercial y por una calle de pequeñas tienditas a orillas de un canal. Vimos gente pidiendo con monos como mascota, compramos calcetines buenos y baratos y pintauñas amarillos,  nos equivocamos con un refresco de té pensando que era Coca-Cola, fotografiamos un rosetón de flores y vivios colores resultando ser para un funeral... y así llegó la hora de ir hacia la estación de tren para volver a Shanghai. Cuando empezó un gran chaparrón es cuando encontramos una calle muy interesante, antigua y con mucha vida auténtica china, pero no había tiempo que perder así que compramos unos paraguas y entre charcos y barro anduvimos hasta la estación. El camino de vuelta en el tren fue un momento tranquilo donde los ánimos se fueron animando cuando decidimos que a la llegada iríamos a cenar al Wagas. Allí nos esperaban unas ricas ensaladas Caesar y Fusili al Pesto, un oasis en China.

Día 4.
Por la mañana nos dirigimos al aeropuerto de Shanghai y aprovechamos para montarnos en el Maglev (tren de Levitación Magnética) que une una de las estaciones de metro de Shanghai directamente con el aeropuerto. Este tren alcanza los 430 kmh. Llegamos al aeropuerto con 2 horas y media de adelanto, que fue una suerte porque al llegar allí nos dimos cuenta que nos habíamos equivocado de aeropuerto, HORROR!. Cogimos 2 taxis y en una hora ya estábamos en el aeropuerto correcto, aún nos quedaba una hora para embarcar. Tantas prisas y luego el avión despegó con casi 3 horas de retraso.


Alrededor de las 7 de la tarde llegamos a Hohhot, capital de la provincia de Mongolia Interior. Lo primero que hicimos fue respirar el aire limpio de allí. Nosotros que llevábamos casi un año en Hangzhou, notamos mucho la ausencia de contaminación en el aire. La temperatura también era ideal. El sol ya estaba cayendo y aunque era pleno verano hacía algo de fresco, algo que nos sentó de maravilla después de los calurosos días en Shanghai.

El día no dió para mucho más. Llegamos al hotel, nos dimos una ducha y salimos a dar una vuelta y cenar. Parecía una ciudad tranquila y mucho menos desarrollada que Shanghai.

Día 5.
Nos habían dicho que Hohhot era una ciudad que no tenía mucho para ver pero resultó que este día, lo gastamos completo en pasear por la ciudad y ver algunas cosas. Primero nos dirigimos al templo DaZhaoque realmente nos gustó bastante. Fuera de él encontramos una calle de antigüedades y de recuerdos de Mongolia donde pasamos otro buen rato entre txiribitxis (titos), y donde nos hicimos con CDs de una muy famosa canción de rezos budistas. Paseando un buen rato llegamos al templo Wuta (de las 5 pagodas) pero antes de entrar comimos muy bien en el restaurante de un hotel. Pequeña competición a ver quien cogía mejor los tallarines chinos en sopa.

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La visita al templo Wuta fue muy agradable porque casi estábamos solos en todo el templo. Allí dejamos alguna ofrenda escondida en los budas. Después atravesamos un parque y compramos unas amacas. Nos preguntamos qué habrán sido de ellas. El día anterior contratamos una excursión de dos días para lo que sería "mañana y pasado" así que buscamos un supermercado para hacer la compra de desayunos, aperitivos, refrescos etc. Después llevamos la compra al hotel y volvimos a salir a las calles de alrededor que constituían al barrio musulmán de la ciudad y unimos después con un mercado nocturno. Compramos unas pulseritas y un pantalón que no duraría mucho. Ya casi de noche, llegamos hasta la plaza central donde había muchísimo ambiente. Cena rápida y pronto a la cama porque a las 2.30 de la madrugada sonarían nuestros despertadores para levantarnos (aunque no los 6) a ver la final del mundial España-Holanda.

Así fue, 5 de nosotros nos juntamos en una habitación y ahí estuvimos 2.30, 3.30, 4.30 y el gol no llegaba... los ánimos iban decayendo al pensar que España podía no ganar y que en menos de 2 horas debíamos estar despiertos otra vez y preparados para la excursión. Finalmente,  alrededor de las 5 de la mañana en China, España ganó el mundial y casi sin celebraciones nos acostamos.

Día 6.
Sí, España había ganado el mundial y suponíamos que allí todos lo estaríais celebrando pero nosotros ya estábamos camino a las praderas de mongolia, más lejos, más rural y más en la nada de lo que nos imaginábamos (esto hablando muy muy bien). Partimos del centro de Hohhot a las 7 de la mañana y llegamos a nuestro destino, una "aldea" en las praderas de mongolia, a las 11 de la mañana.

Nos recibieron con cantos mongoles y una pequeña ceremonia de Baijiu (bebida alcóholica más famosa de China) que prometía, aunque luego no cumplió la promesa. La aldea era peculiar; unos "yurt" (típicas viviendas mongolas) dispuestas por calidad y tamaño y en el centro unos baños (indescriptibles), una gran tienda que hacía de comedor y unas casitas que hacían de tiendas de comida. A unos 50 metros de la aldea se encontraban los caballos, que es a donde nos llevaron nada más llegar. Elegimos un paseo hasta... ¿donde? y nos dieron un caballo a cada uno. Como en toda "manada" , estaba el caballo que guiaba al resto, y el travieso (llamado Trueno) que hacía lo que de daba la gana.


Despues nos llevaron a la que sería nuestra tienda. La verdad, mucho más comoda y acogedora de lo que parecía en un principio. Descansamos un rato hasta la hora de comer. Una comida con musica perforatimpanos que sonaba algo extraña, cantos mongoles con ritmos disco. Después de la comida una gran siesta y partida de cartas. A las 5 de la tarde una mini, minuscula, casi inexistente exibición de lucha mongola y carrera de caballos. Sin palabras. Lo mejor llegó despues, cuando nos alejamos de la aldea un poco para sacar unas fotos. La verdad es que la aldea y las actividades eran lo peor de por ahí porque el paisaje, las extensas praderas, el cielo tan azul con nubes tan blancas, la compañía  y las fotos que sacamos fueron algo que creemos mereció la pena. Pasamos el resto de la tarde dando una pequeña vuelta por ahí, tomando algo en una sombra y pasando el rato hablando y poniendonos al día, sobretodo de ellos a nosotros, de las ultimas novedades de por allí (de España). Llegó la hora de la cena, y despues una puesta de sol, no increible pero diferente. Todos preparándonos para "la fiesta del fuego". ¡Qué decir de esa fiesta! Esto también es algo que corresponde describir a cada uno, nosotros no sabemos cómo hacerlo. Duramos poco, ¿7 minutos? y nos fuimos a nuestra tienda, una partida de cartas, leer unas páginas de un libro, escuchar música, bueno, no recordamos exáctamente lo que hicimos pero oímos terminar la fiesta y todo quedó a oscuras y en silencio. Salimos de la tienda y ¡vaya sorpresa! un cielo lleno de estrellas, una bóveda de media esfera negra, negra con miles de estrellas donde podías verlas iluminadas desde lo más horizontal. Alguna que otra estrella fugaz con deseo de por medio y alrededor el sonido de caballos en libertad. Los oias trotar y relinchar muy cerca tuyo, a 10 metros, 5 metros pero no llegabas a verlos por la oscuridad. Finalmente nos acostamos pero llegó esa hora típica da campamento con esa risa incontenible que tanto molesta a los que quieren dormir. Gran momento, gran foto.

Manzaiergui Manzaiergui Manzaiergui Manzaiergui Manzaiergui Manzaiergui

Día 7.
Nos despertaron muy temprano para desayunar y a las 6.30 de la mañana ya partíamos hacia el desierto. No es el desierto de Gobi pero digamos que es un pequeño desierto que antecede a que viene después (viajando hacia el oeste) el de Gobi. Autobús, autobús, autobús. A las 5 horas de de viaje llegamos a la entrada del desierto. Por 10 yuanes alquilamos una especie de botas de tela para andar más cómodos en la arena sin quemarse y sin que entrara en los zapatos. Sacamos de las mochilas las gafas de sol y camisetas, jerseys o lo que llevaramos de ropa para ponérnosla a modo de gorro para protegernos del intenso sol y para cubrirnos la frente y la nuca.
Montamos en un camión todoterreno que nos llevó por las dunas, fue divertido con los baches y las cuesta abajo. Paramos a sacar fotos el la que se supone la duna más alta y desde la cual podías divisar bastante desierto. Despúes continuamos hasta un lugar donde podías montar en camello. Eso hicimos. Dimos una vuelta de media hora por las dunas y paramos un par de veces a que el guía nos sacara unas fotos. Cultura general: Camello se escribe con dos "eles" que simulan las dos jorobas que tiene el camello, dromedario no tiene esas "eles" así que solo tiene una joroba.


La vuelta, autobús, autobús, parada para comer y autobús, autobús. La última hora de viaje aprovechamos para aprender unos cuantos caracteres chinos. Llegamos al hotel de Hohhot a última hora de la tarde, nos dimos una ducha (muy necesaria) y paseamos hasta la plaza central donde nos encontramos con que el suelo de gran parte de la plaza tenía chorros de agua donde muchísimos niños estaban jungando. La mayoría con chubasqueros que nos les servían para nada porque estaban "chirriaus". Cerca de la plaza dimos con un restaurante con terraza donde hacían pintxitos. Probamos varias carnes, varios órganos e incluso alguna larva.

Día 8.
La mañana empezó con una discusión, la que tuvimos con los de recepción del hotel que nos querían hacer pagar una lámpara que decían que habíamos roto. Ni que decir tiene que no fuimos nosotros. No es raro en China, por desgracia, que quieran cargarte alguna cosa de la habitación que ya esta rota antes de que tu llegues a alojarte. Como ya estábamos al tanto de estas prácticas rastreras peleamos todo lo que pudimos para no pagarlo y demostrar nuestro disgusto. Al final pagamos 50 yuanes y nos fuimos de mala gana. Dejamos las maletas en una consigna al lado de la estación de tren de Hohhot porque este día por la noche cogeríamos un tren a Pekin. Fuimos a ver un templo, también agradable y bonito y despues volvimos a la calle de las antigüedades a ver si encontrábamos algún recuerdo para comprar. Debe decirse que quien esperara un bonito recuerdo de Mongolia y no lo haya recibido es a causa de que no vendían casi nada que mereciera la pena.



Para comer encontramos un buen restaurante, según algunos fue la mejor comida de todos los días, por desgracia la chicas ese día no se encontraban bien y no la disfrutaron. Lo que tampoco pudieron disfrutar fue la visita a la mezquita, aunque no fue muy interesante. Con aún un buen rato hasta la hora de ir al tren decidimos entrar en un ciber para mandar algún e-mail y demostrar que, perdidos en algún lugar de China, pero que seguíamos vivos. Hicimos una compra para la cena y desayuno del tren y nos dirigimos a la estación. El viaje dudaría alrededor de 12 horas, pero a primera hora de la mañana estaríamos en la capital, Pekín.

Día 9.
Llegamos a Pekín y la irá salió casi antes que el sol. Cuando llegamos al hotel, reservado 2 meses antes, nos comunicaron que no tenían habitaciones. Al igual que con otras cosas, no es raro en China encontrarte con este tipo de situaciones incomprensibles. Las opciones que proporcionaba el hotel no eran nada cómodas y la manera en la que fuimos tratados... bueno, como ya hemos comentado más de una vez, el cariño que tenemos a este país y a sus gentes suele esfumarse de un plumazo en momentos como éste. La verdad es que pasamos momentos bastante tensos y decidimos que lo mejor era irnos de allí (sin aceptar sus opciones). Por suerte conocíamos otro hotel (en el que estuvimos con nuestras familias hacía unos meses) en el que sí había habitaciones disponibles así que allí nos alojamos. Sin tiempo que perder, nos dirigimos a la Torre de Tambor y de Campana, y por suerte coincidimos con la hora en la que tocaban los tambores. Después, llegamos hasta la puerta trasera de la Ciudad Prohibida para recorrerla de norte a sur. Fue una pena que lloviera pero había muchisima gente y quizá fue mejor así, visitarla sin demasiadas paradas. Salimos por la puerta principal y sacamos unas fotos a su famosa entrada con el retrato de Mao y la plaza Tiananmen de frente. Igualmente, recorrimos la plaza de Tiannanmen de norte a sur pasando por el Mausoleo de Mao y la puerta de Qianmen. En el sur de la plaza de Tiananmen comienza una calle nueva con las mejores tiendas y restaurantes, entre ellos el Quanjude, el mejor restaurante de China en cuanto a Pato Laqueado (o pato de Pekín) se refiere. Comimos muy bien. después de la comida paseamos por una calle transversal muy comercial donde visitamos la antigua farmacia y compramos varias cosas. De ahí continuamos hasta la calle de las antigüedades donde nos entretuvimos (nuevamente) con instrumentos musicales y haciendo sellos.



Este era un día en el que debíamos ver muchas cosas así que continuamos y fuimos a la calle Wanfujing. Aquí entramos a una gran librería en la que compramos varios libros. Nos metimos por una callejuela de aperitivos para comer y recuerdos para regalar. Finalmente llegamos hasta la calle donde cada noche están los famosos puestos de comida  tipo saltamontes, cucarachas, escorpiones... y debe decirse que probamos bastantes cosas. El día no dió para más y volvimos al hotel a descansar.

Día 10.
Visita a la muralla China. Este suele ser uno de los dias más esperados en la visita a China y mirar el cielo suele ser lo habitual esperando que el tiempo acompañe a durante el día. Aunque amaneció nublado, el día fue mejorando con las horas. La excursión consistía en visitar primero las Tumbas Ming. Después fuimos a una fábrica de jade y a un centro de medicina tradicional. Por fin llego la hora de visitar la Muralla. Para este sitio hay muy poco que comentar, las imágenes hablan por sí solas.



De vuelta, decidimos llevar al grupo a un lugar que no entraba dentro del plan pero que visitamos con nuestra familia y que bueno, es un lugar más que visitar; la villa olímpica. Cenamos cerca del hotel y el cansancio se apoderó de todos nosotros.

Día 11.
Por la mañana temprano nos dirigimos al Templo de Cielo. Además de visitarlo nos acercamos a ver a los grupos de gente haciendo taichi, cantando, jugando a badminton y a otros juegos típicos chinos. A un lado del templo del cielo se encuentra  el mercado de las perlas donde nos surtimos de relojes. Esperamos que los regalados hayan gustado. Comer para coger fuerza y directos al mercado de la seda para hacer compras. Entre nosotros un excelente regateador que rompió con todos los mínimos establecidos. Despues de varias horas comprando, agotados volvimos al hotel. Cenamos y fuimos a la zona de los lagos a tomar algo. Pasamos un rato entretenido mirando cómo intentaban pasar 20 barcos hacia un lado, otros 20 hacia el otro, a través de un puente de 5 metros de ancho, la tozudez de los chinos no tiene límite.



Día 12.
Vuelo a Shanghai. Llegamos a medio día, hora excelente para visitar el Wagas y sus ensaladas. El cansancio empezaba a hacer mella así que fuimos a un gran centro comercial a hacer las últimas compras y pasamos la tarde allí. La despedida del viaje, aunque sencilla fue a lo grande. Después de una partida de cartas, nos hicimos con unas barras de pan y en la terraza del hotel desplegamos el chorizo, el salchichón, el queso y el jamón, mucho jamón y cenamos como hacía casi un año que no cenábamos nosotros. Con auténticos bocadillos.


Día 13.
A primera hora de la mañana nos despedimos y se dirigieron hacia el aeropuerto. A nosotros nada más nos quedaba un viaje de hora y media de vuelta a Hangzhou pero el resto tenía por delante un largo viaje que no estuvo exento de nervios, anécdotas y demoras. Por nuestra parte, así terminó un fabuloso viaje, acompañado de gente querida a la que agradecemos los buenísimos momentos que compartimos juntos.



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